07 Jul Los 7 pecados capitales del joven abogado al actuar ante los Tribunales
Durante mi trayectoria como procurador de trinubales he trabajado en innumerables asuntos -mercantiles, civiles, penales- con abogados de todos los tipos imaginables, tanto a su lado como en la parte contraria.
Según mi experiencia, los jóvenes abogados –por la inexperiencia ante los diferentes actores como procedimientos- suelen cometer una serie de errores bastante típicos. Estos pueden poner en riesgo no sólo al cliente sino a su propio ejercicio profesional.
Si este articulo ayuda a algún joven abogado –o a alguno no tan joven pero que inicie su ejercicio profesional- habrá sido del mayor de los servicios.
Errores en la relación con las partes
Una primera fuente de fallos son los ocasionados en la relación del letrado con los diferentes actores que participan en el asunto.
1. Errores en la gestión del cliente
Una primera categoría de equivocación nacen de la gestión que el abogado hace en la relación con el cliente.
Un error habitual del nuevo letrado es confiar excesivamente en la versión del cliente. A veces el cliente -por descuido, desconocimiento o intencionadamente- omite información relevante, ya sea porque piensa que no lo es o bien porque es inapropiada o incómoda para él.
Sin embargo es muy fácil que esa información salga a la luz más adelante. Así, esta prevención del cliente puede ser no sólo inútil sino contraproducente. Y el letrado, de haberla sabido, se podría haber evitado sorpresas que pueden dejar en falso su estrategia procesal.
Los mejores abogados tienen un olfato muy desarrollado para detectar si se le está ocultando información, para entonces hurgar y sacarla a la luz y tomar las medidas oportunas.
Otro descuido importante es no hacer preguntas al cliente cuando no se acaba de entender la explicación. Esto puede deberse a un intento de no quedar como un ignorante ante el defendido. Y cuanto más inseguro está el abogado de si mismo, más tiende a evitar dar esa sensación.
Cuando un abogado trata un asunto fuera de su ámbito de experiencia, a veces se encontrará rodeado de un contexto muy concreto de tipo técnico o social. Cuando el cliente está muy inmerso en el mismo tiende a utilizar un argot del que no es del todo consciente por estar totalmente familiarizado.
Un abogado que en estas circunstancias no realiza preguntas para asegurarse de la correcta comprensión del significado de los términos puede obviar matices relevantes que más adelante dificulten su estrategia procesal.
2. Errores sobre el carácter de la otra parte
El joven letrado habitualmente intenta desenvolverse abstrayéndose totalmente del carácter de la parte contraria. Pero la parte contraria está formada no sólo por la persona física o jurídica que se persona en el juicio sino también por todos aquellos que, aunque no participen, sí que tienen un interés en el mismo e influirán en su comportamiento y estrategia –como los abogados, familiares u otros del entorno.
El abogado experimentado intenta conocer a la parte contraria, especialmente a su abogado, y determinar su psicología, motivaciones, sesgos, nivel de combatividad, etc.
También sabe ver los puntos débiles en la posición de su cliente e intenta prever cómo pueden ser aprovechados por la parte contraria. Por eso intenta ir un paso por delante del abogado de la otra parte y, como buen jugador de ajedrez, está bien preparado para los movimientos de la otra parte.
3. Errores sobre el carácter del tribunal
El letrado principiante también tiende a abstraerse de la influencia que ejercen el Tribunal y otros actores judiciales.
El abogado curtido, por el contrario, intenta conocer la idiosincrasia del fuero en el que se interpone la demanda. Se preocupa por saber los usos y costumbres del Tribunal, por cómo quieren las cosas y por hacer lo más fácil posible al tribunal la gestión del expediente.
Para ello es necesario, si no tiene experiencia previa suficiente ante dicho Tribunal, que confíe en el procurador y utilice la información cualitativa que este tiene y que le puede ser de mucha ayuda. El procurador, al fin y al cabo, es el operador jurídico sobre el terreno, que interactúa continuamente con los órganos judiciales y que mejor conoce sus maneras de hacer y peculiaridades.
Pese a los esfuerzos de objetividad e imparcialidad de los profesionales de la justicia, no podemos olvidar toda la mochila de preferencias, hábitos y sesgos que los humanos llevamos encima, queramos o no.
Errores en la gestión judicial del joven abogado
Otra categoría de problemas surgen no en la relación con las partes sino en el núcleo de la labor del abogado: la estrategia jurídica y su ejecución.
4. Errores en la exposición de los hechos y su fundamentación
Existen una serie de errores que se muestran en la redacción de la demanda, la consideración de la naturaleza de los hechos y el enfoque argumentativo.
Los abogados más inexpertos tienden a redactar la demanda con defectos serios en su estructuración interna. A veces, se muestra en ésta una lista secuencial de hechos en la que no se aprecian fácilmente los más relevantes ni se ve claramente su prioridad.
Los abogados más jóvenes tienen una tendencia a redactar de forma enciclopedista, siguiendo las pautas de la Facultad, y pretendiendo demostrar lo que se sabe más que a intentar ser eficaz dentro del procedimiento.
Para luchar contra una inflación de hechos y argumentaciones, hoy en día el Tribunal Supremo ha reducido la longitud de los recursos que se le presentan.
En otros los fallos se muestran en la práctica de la prueba.
5. Errores en la solicitud de acciones por parte del tribunal
Un grave fallo es no solicitar de forma clara y cristalina las acciones que se desea que el Tribunal sancione o falle en el suplico. No es raro que un redactado turbio y ambiguo merme la efectividad de lo expuesto por una parte.
En ciertas ocasiones, los abogados con menos experiencia procesal pierden de vista los plazos en los que están facultados para solicitar determinados actos. Aquí las acciones precluidas, no ejercidas a tiempo, pueden suponer un menoscabo de la defensa de los intereses del cliente.
Otro descuido importante es olvidar que el abogado lo es siempre de la posición y los intereses de su cliente.
En este caso el joven abogado busca la ecuanimidad cuando debería haber apuntado a la persuasividad –persuasividad desde un punto de vista jurídico, claro está.
La ecuanimidad que se puede suponer positiva en un ámbito académico no es la postura más adecuada ante un Tribunal. Como profesional, si el abogado no obtiene un buen resultado para el cliente, no ha ejercido adecuadamente.
6. Falta de preparación
Otro tipo de errores son los de la falta de preparación ante el Tribunal. No basta con los hechos, fundamentos, pruebas y peticiones por escrito.
Hay que repasarlos –e incluso ensayarlos- para evitar que una falta de seguridad en las vistas, deje en evidencia tanto al abogado como al cliente.
Tenerlos los hechos, pruebas y alegatos frescos y exponerlos con claridad y naturalidad ante el Tribunal es fundamental para transmitir una sensación de confianza y normalidad en relación a su propio defendido.
7. Errores de estrategia y ejecución procesal
Son errores en el enfoque a dar al proceso, su planteamiento general, el cariz de los hechos relevantes.
Uno de los errores de estrategia más habitual no es, de hecho, jurídico.
Se dice que si tienes un martillo, todo lo que ves son clavos.
Los profesionales del Derecho tenemos un sesgo construido para actuar dentro de artefactos legales: contratos, procedimientos judiciales, etc. Y una tendencia a confiar en que nuestras propias capacidades darán el éxito para el cliente.
Aquí el abogado tiende a olvidar que es un actor dentro de la gestión de un conflicto (o eventual conflicto) entre dos partes. Por ello, es normal que obvie otras salidas como los acuerdos extrajudiciales. Un acuerdo no del todo favorable puede ser mucho mejor que un proceso largo… y finalmente perdido. O con una victoria pírrica.
Cómo evitar los errores del joven abogado: una recapitulación final
Todos los aquí vistos son fallos bastante comunes en los jóvenes abogados –y en ocasiones en los experimentados.
Hemos hablado aquí de los errores del nuevo letrado en cuanto a su práctica profesional de tipo jurídico. En un próximo artículo hablaremos de los errores de gestión empresarial de los abogados.
El joven abogado no conocerá con detalle las sutilidades en la práctica del derecho procesal y de los procedimientos ante y dentro de los tribunales, así como los recursos que puede aplicar él –o la parte contraria. Y suele aprenderlas sufriéndolas en sus propias carnes.
Muchos de estos errores se pueden evitar con unas medidas sencillas. La primera es intentar conocer las partes. Otra es realizar una preparación cuidada del caso e intentar adoptar una estrategia adecuada. Una tercera es realizar una revisión cuidadosa de los escritos –y actuaciones como abogado en general- como si fuéramos una tercera persona.
En todos estos casos es importante contar con la información de primera mano sobre los diferentes actores y sobre las alternativas procesales. Para ello debe trabajar codo con codo con un procurador experto y solicitar consejo con el que podrá desencallar un procedimiento u obtener el tipo deseado de discurrir procesal, para satisfacción del propio cliente… y desesperación de la parte contraria.